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Mo Zhixuan se mantuvo distante y desapegado, sentado allí con las piernas cruzadas, un cigarrillo encendido entre sus dedos.
Un hilo de humo se elevaba, difuminando sus frías y severas facciones.
Orgulloso, indiferente.
—Descansa tranquila —Mo Zhixuan levantó la mirada hacia la anciana señora Mo—. No habrá ningún problema, relájate y juega a las cartas con tus amigas, juega al ajedrez, pasea al perro, lo que quieras, pero tienes absolutamente prohibido ir a la familia Zheng.
La anciana señora Mo conocía bien la personalidad de Mo Zhixuan.
Sabiendo que más palabras serían inútiles en este punto, cambió de tema, fingiendo hablar casualmente, "Hace unos días visité a la familia Zhao."
El rostro de Mo Zhixuan todavía no mostraba ninguna expresión, y al oír esto, simplemente emitió un murmullo indiferente.
Como si nada pudiera perturbar ya sus emociones.
Aquellos profundos ojos de fénix no mostraban ni la más mínima ondulación.
