Después de terminar la llamada, Chu Jin miró la pantalla del teléfono que se oscurecía gradualmente, sintiéndose inexplicablemente mejor.
La tristeza que había permanecido en su corazón desapareció de golpe.
Guardando el teléfono en su bolsillo, Chu Jin encontró un periódico viejo, lo dobló en forma de sombrero, se lo puso en la cabeza y, con un plumero de la jarrón, comenzó a limpiar.
—Tos tos tos, este olor es realmente fuerte. Mientras Chu Jin estaba ocupada, una cálida voz masculina emergió en el aire.
Chu Jin dejó el plumero en sus manos y miró hacia la fuente de la voz, chocando de repente con un par de ojos profundos y fríos.
Justo como la primera vez que lo vio, esa deslumbrante belleza hacía que la gente se hundiera inconscientemente en ella.
Su corazón de repente se aceleró.
—Debes ser Hermana Nueve, ¿verdad? En ese momento, un joven con un comportamiento extraordinario salió de detrás de Mo Zhixuan.