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Al llegar a este punto, su voz ya se había vuelto ronca, y todo delante de ella se difuminaba, fundiéndose en uno solo.
—¿Has intentado alguna vez pasar tres días sin comer? ¿Has probado durante el invierno, solo pudiendo beber agua fría, comer comidas frías y dormir en el suelo? ¿Has probado estar encerrada en un sótano cuando tu familia estaba rota y todos se habían ido? ¿Alguna vez has experimentado trabajar sin parar todos los días, solo para ser golpeada y regañada? ¿Has intentado... —Chu Jin sollozaba casi sin control.
Ante sus ojos, ella veía la desolada y trágica escena de una inocente niña de 7 años llena de esperanza llegando a esta gran villa, solo para ser torturada inhumanamente al final.
Al principio, cuando llegó a la familia Zhao, a nadie le gustaba. A pesar de tener sirvientes, ella siempre era a quien le asignaban las tareas más sucias y agotadoras, y hasta los sirvientes podían intimidarla.