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—¿Qué? —La cara de Li Ruyu se volvió pálida—. ¡Jamás esperé que Chu Liyan tuviera ese as bajo la manga! ¡Ni siquiera en la muerte nos dejará estar en paz!
—Mi cuñado siempre ha sido astuto, es una lástima —los siniestros ojos de Zhao Shendong destellaron con un atisbo de crueldad— que por más que calculó, nunca esperó que su hija, una vez creciera, resultara ser un completo inútil en los negocios.
Una sonrisa de desdén también apareció en el rostro de Li Ruyu —Exactamente, ¿qué logros podría tener ese inútil? La Corporación Chu solo prosperará bajo el control de nuestra Ling'er.
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Arriba, la luz de la habitación estaba apagada.
Chu Jin estaba sentada frente al ordenador, aunque tenía auriculares puestos y sus dedos golpeaban rápidamente el teclado.
Pero las palabras de abajo, cada una de ellas, habían llegado a sus oídos —así que esta familia todavía conspiraba contra la Corporación Chu.
