—Hazel, te he traído algo de desayuno y algunas necesidades diarias... —Antes de que Tristan pudiera terminar sus palabras, vio a Chase.
—¿Qué hace él aquí? —preguntó Tristan.
—¡Tristan, no me malinterpretes! No sé qué le pasó anoche. Vino hasta aquí. —explicó Hazel.
Al oír eso, Chase respondió apretando más fuerte el hombro de Hazel mientras miraba a Tristan de forma burlona.
—Hazel y yo estamos casados. No necesitamos que nadie nos diga qué hacer —dijo Chase.
Hazel se debatió un poco.
—¡Chase, ya estamos divorciados! —exclamó ella.
—Aún podemos volver a casarnos, ¿no es así? —insistió Chase.
—Estás loco. ¡Suéltame! —Hazel se desesperó.
Tristan no pudo evitar fruncir el ceño.
—Hazel, ¿qué hace él aquí? —preguntó con preocupación.
Por cómo se veía la situación, dedujo que Chase había pasado la noche aquí.
La idea estaba volviendo loco a Tristan.
Chase se rió con desdén.
—¿Por qué no puedo estar aquí? —cuestionó Chase.