—Ahora que Chase había desaparecido, no había forma de que no tuvieran miedo.
—La noche anterior Chase no dejó que nadie lo siguiera. Los guardaespaldas no se atrevieron a desobedecerlo, ni a perderlo de vista.
—Así, lo único que podían hacer era seguirlo sigilosamente. Sin embargo, Chase conducía demasiado rápido.
—En minutos, lo perdieron.
—Buscaron toda la noche pero no pudieron encontrarlo, ¡y eso los asustó aún más!
—A las ocho de la mañana, sonó el despertador y Hazel se levantó para apagarlo.
—En estos días, dormía muy mal y solo lograba dormir cinco o cuatro horas al día.
—Anoche, debido a la interrupción de Chase, solo consiguió dormir menos de dos horas.
—En la sala, Chase yacía en el sofá, profundamente dormido.
—Como había perdido mucha sangre, su cerebro estaba muy desoxigenado, por lo que estaba particularmente somnoliento.
—Después de que Hazel se levantó, él seguía dormido.
