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De todas formas, seguirían insistiendo en que Hazel fue la que sedujo a Chase.
Y no importaba cuánto intentara Hazel aclararlo, ellos no la creerían.
—¡Está bien entonces! ¡Que lo admita! —exclamó Nancy furiosa.
—¡No solo Hazel no se arrepentía, sino que aún se sentía tan confiada y hasta se atrevió a replicarle! —Nancy temblaba de ira—. ¡Tú, tú, tú eres realmente desvergonzada!
—¡Chase, ve, vete y abofetéala! —ordenó Nancy.
El ceño de Chase se frunció aún más al oír la exigencia irracional de Nancy—. ¡Abuela!
—¡Apúrate y hazlo! —Nancy estaba tan furiosa que sus labios no dejaban de temblar. Se sujetaba el pecho y jadeaba.
—¡Hazel! —Chase miraba a Hazel impotente. Buscaba su permiso con la mirada.
Quería darle una bofetada leve para apaciguar a su abuela.
Pero Hazel lo miró de vuelta fríamente sin ningún indicio de ceder.
—¿Qué te acabo de decir? ¡Te dije que no le contestaras a la Abuela! —Una Hazel atónita resopló y reprendió a Chase.