—¡La puerta del coche estaba cerrada con llave y no podía abrirse en absoluto!
Lyra golpeó la puerta del coche desesperadamente.
—¡Chase, te lo suplico! ¡Por favor, no seas tan insensible! —gritó Lyra.
Chase permanecía inmóvil, y su actitud no se suavizaba en absoluto.
—¡Cinco minutos después!
El coche entró en un hospital privado.
—¡Señor Black, hemos llegado al hospital! —anunció el chofer.
—¡No, no, no quiero ir! —exclamó Lyra.
—¡Chase, no puedes ser tan insensible...
—¡Que la traigan! —ordenó Chase.
—¡Sí, señor Black! —respondieron los guardaespaldas.
La puerta del coche se abrió y dos guardaespaldas se acercaron a la puerta y arrastraron a Lyra fuera del coche.
—¡Qué hacen? ¡Suéltenme! ¡No me toquen! —gritó Lyra.
—¡Ayuda, ayuda! Chase, te lo suplico, ¡por favor no seas tan cruel conmigo! —Lyra lloraba amargamente y luchaba con todas sus fuerzas...