Chase estaba aterrorizado. —¿Estás bien? Déjame ver... —preguntó ansioso.
Los brazos y rodillas de Hazel estaban gravemente heridos y hasta sangraban.
—¡Te llevaré al hospital! —exclamó.
—¡No es necesario! ¡Estoy bien! —respondió ella.
—Hay mucha sangre. ¡Tenemos que apurarnos al hospital para vendarte! —insistió él.
Hazel hizo lo posible por levantarse. —¡Ya dije que estoy bien! —protestó.
Ella preferiría ir al hospital por su cuenta antes que dejar que él la llevara.
A Chase no le quedaban ganas de decir algo más. Se agachó y la levantó horizontalmente.
Hazel no pudo resistirse y solo dejó que sucediera.
¡Su sospecha creció!
¡El conductor claramente la había atropellado a propósito!
¿Quién podría ser?
¿Fue contratado por Amara?
Eso era muy probable. Aparte de Amara, ¡nadie más quisiera verla muerta!
A Chase no le importó menos. Dejó al guardaespaldas rastreando al conductor. Luego, llevó personalmente a Hazel al hospital.
Pronto, llegaron al hospital.