—Hazel... —Chase se sintió sofocado y no supo qué más decir.
—¡Llévame a casa, ahora mismo!
—¡Si no me llevas de vuelta, puedes regresar solo!
Cuando Chase escuchó esto, abrió la puerta del coche resentido y forzó a Hazel a volver al asiento del pasajero.
Entonces, él también se subió al coche.
Chase arrancó el coche y condujo montaña abajo.
En el camino, ninguno de los dos dijo una palabra.
La atmósfera era opresiva y extraña.
¡Media hora después!
Chase condujo a Hazel hasta la entrada del barrio.
Hazel desabrochó su cinturón de seguridad y estaba lista para salir del coche.
Chase tosió y dijo solemnemente:
—Piénsalo bien. Llámame cuando te hayas decidido.
Hazel ni siquiera giró la cabeza para mirarlo mientras decía fríamente:
—No hay necesidad de pensarlo. ¡No accederé a eso!
Con eso, Hazel caminó directo hacia el barrio.
Ella quería volver y ducharse para limpiar las huellas que Chase había dejado en ella.