Chase la miró desde arriba. Sus ojos parecidos a los de un halcón parecían estar buscando crédito.
Hazel tomó una respiración profunda y exhaló lentamente.
No quería decir nada ahora, ni una sola palabra.
Al ver que ella seguía en silencio, Chase frunció los labios orgullosamente y caminó hacia Hazel desde el lado opuesto de la cama.
—¡Sin mí, tu hijo podría haber estado muerto! ¿No deberías expresar tu gratitud? —Enfrentándose a Hazel, Chase era extremadamente descarado, como si todo fuera de esperarse.
Hazel lo miró profundamente a Chase y tuvo sentimientos encontrados.
Ella estaba naturalmente agradecida con él. Sin embargo, después de escuchar lo que dijo, la gratitud de repente se convirtió en cenizas.
—¡Dí algo! —Chase se estiró y envolvió su brazo alrededor de su hombro.
—¿Qué quieres? —Las pupilas de Hazel se contrajeron, revelando una tenue agudeza.