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SHEN JI YUN, quien estaba de pie al lado de Luo Yan, notó inmediatamente esa única lágrima. Sin pensar mucho, su cuerpo se movió por sí mismo y acunó la cara del conejo. Cuando vio esa única lágrima caer por la sedosa mejilla del conejo, sintió como si algo le hubiera atravesado el corazón. Era una sensación muy desagradable y no le gustaba. Ni un poco.
Secó la lágrima con su pulgar —No llores. No estés triste.
Luo Yan se sobresaltó por la repentina acción de Shen Ji Yun. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había llorado. Debió haberse visto mucho más afectado por la noticia de su 'muerte' de lo que esperaba. Pero podía decir honestamente que ahora estaba bien. Las emociones que casi lo sofocaban antes ya habían desaparecido. Ahora, solo se sentía refrescado y de buen ánimo.