BAI YE miró fijamente a la hermosa hermana mayor que tenía delante. Nunca había visto a alguien tan bonita. Ella era probablemente la chica más bonita que había visto jamás. Incluso esas hermanas mayores de los programas de televisión y las películas no estaban a la altura de la belleza de esta hermana mayor.
De repente, el dolor que sentía por la caída no parecía dolerle más. Incluso sus lágrimas se retiraron cuando sintió la suave palma de ella en su mejilla.
Pensó que si esta hermana mayor le pedía jugar a casitas con ella, definitivamente aceptaría. Porque ella no era como esos compañeros de clase de su preescolar. Todos feos y molestos.
—¿Estás bien? —preguntó la bonita hermana mayor.
Clavó la mirada hacia abajo, casi se sentía como si su rostro entero estuviera en llamas. —Sí, estoy bien.