—¡Muy bien, director! —Su Wei Wei los había olvidado mientras luchaba contra esos dos chiquillos. Se inclinó y les sostuvo las manos mirándolos a los ojos, aunque se ruborizaba por su falta de decencia pública.
—Ning Ning, Ying Ying... ¡No imiten el mal carácter de su hermana! Digamos que estaba obsesionada con un pequeño diablo pero ¡ahora soy buena! —No era una niña buena para empezar y no pensaba que podría ser un modelo a seguir para estos pequeños ángeles. En esta vida, iba a respetar a quien la respetara y tratar a cada persona de la misma manera que la trataran.
—Hermana mayor, esos dos no tienen ninguna aura pura emanando de sus corazones, y entonces, si los golpeas, son sinvergüenzas que necesitan ser groseramente despertados a la realidad. ¡Tienen que merecerlo! —Besaba sus mejillas motivándola. Tang Ying era un poco madura e independiente, no era alguien cuya opinión podía ser fácilmente desafiada o alterada. Tenía su propia mente.