—Ah Shen... —Ella lo llamó roncamente extendiendo sus manos y saltando arriba y abajo mientras los guardias estaban frente a ella—. ¿Qué estaba pensando él al hacer eso? ¡Su mente estaba enloqueciéndose!
—Huo Shen, quien escuchó esa suave voz llamándolo, sintió como si un tornillo volviera a su lugar y apretara todo lo que estaba a punto de desmoronarse. Se dio la vuelta, mirándola antes de quitarse los guantes y lanzarlos al suelo.
—¿Por qué la trajisteis aquí? —Huo Shen frunció el ceño con molestia mirándolos— pero el guardia sabía que Su Wei Wei era la única persona que podía detenerlo y calmarlo, ya había herido gravemente a algunos soldados, lo cual no estaba bien, aunque fuera otra forma de entrenamiento.
—Lo sentimos, Comandante... —Bajaron la cabeza disculpándose, pero no se arrepintieron ya que lo hicieron a sabiendas. El guardia que estaba luchando contra Huo Shen sintió un ligero alivio. Habría sido la próxima víctima del terrible humor de su maestro.
