—Huo Zheng...
—Sé que estás sentado en el asiento del pasajero junto a ella, pon ese teléfono en altavoz —su voz era ronca y Huo Zheng había puesto el teléfono en altavoz en cuanto recibió la llamada de su maestro.
Así que todos dentro del Jeep podían oírlo.
—¡Sí! —respondió acercando el teléfono a Wei Wei.
—Ah Shen...
—¿Puedes dar la vuelta y regresar? ¡Enviaré a mis hombres para que se encarguen de esa misión! No tienes que involucrarte tú mismo —esto era lo único en lo que pensaba el hombre en ese momento, que ella condujera de regreso a la oficina y se quedara allí. Él tenía suficiente personal para manejar la situación.
Pero Su Wei Wei no lo creía así, ¡no descansaría hasta que arrestara a todos! Si no, ¿cómo iba a abogar por la protección infantil? Necesitaba ocuparse del tráfico humano que ya estaba infestado en el país y también del negocio del tráfico de drogas.