Pero el gato, como si sintiera su presencia, de repente saltó hacia un lado, esquivándolo con una velocidad antinatural.
El general maldijo entre dientes.
Esto no era como antes—este gato era rápido, vivo y real. No era alguna ilusión o señuelo.
Este es el verdadero.
Impulsado por la ira y la necesidad de proteger a los médicos, el general lo persiguió, concentrando todo su enfoque en un único objetivo: capturar ese gato.
Le picaban las manos por sacar su arma, pero la voz del Dr. Mei resonó en su mente, impidiéndole tomar una acción letal.
No puedo matarlo... pero lo atraparé, y lo haré pagar por esta persecución.
La persecución continuó, las botas del general golpeando el suelo mientras corría por los pasillos.
Podía ver al gato justo delante, su pelaje azul brillando en la luz tenue, esquivando de un lado a otro como si intentara sacudírselo de encima.
Pero esta vez, el general no iba a rendirse.