Anton levantó la vista hacia Mary y vio su rostro en gran éxtasis. La vista de ella echando su cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos lo excitó aún más, haciendo que su dureza aumentara de tamaño y se contrajera.
—Maldita sea, no puedo esperar a sentirla —Anton se dijo a sí mismo.
—Mary, mírame —ordenó Anton.
Ella lo miró con el ceño fruncido mientras se mordía el labio inferior. Su rostro era tan sensual para Anton que movió sus dedos dentro de ella más rápido.
—¡Para! ¡A-Anton! ¡Dios... Por favor para —imploró Mary, pero él no accedió. Él sabía lo que le estaba pasando y por qué le pedía que parara. Se sentía tan bien, casi al borde de su clímax y eso la asustaba.
—No lo contengas, déjalo salir... —Anton la incitó, pero Mary permanecía ajena a sus palabras.
—¡Ahh… Anton, por favor para, s-siento algo extraño, podría orinar! —Mary rogó de nuevo, pero no sirvió de nada. Anton continuó mientras veía cómo ella fruncía el rostro.