La mirada de Anton se movía de un lado a otro entre Mary y el camino adelante, esperando ansiosamente su respuesta. Sin embargo, se impacientó al ver que ella simplemente lo miraba, completamente desconcertada.
Sintiendo su impaciencia crecer, Anton preguntó nervioso —¿No dijiste que estabas lista para establecerte si la persona correcta aparecía? ¿No soy yo esa persona para ti?
De repente, se hizo consciente de las posibles consecuencias. ¿Y si Mary lo rechazaba? El pensamiento de no solo su propia desilusión, sino también la decepción que traería a sus padres lo abrumó.
Finalmente, Mary salió de su ensimismamiento y sonrió con ironía —Está bien, aceptaré tu propuesta de matrimonio —declaró.
Anton se sorprendió por su respuesta y fijó su mirada solo en ella. Presenció su sonrisa antes de que ella volviera su atención a la ventana. Se dio cuenta de que ella había dicho que sí. No podía creer lo que oía.