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—¿Cortada? ¿Qué quieres decir con cortada! —gritó Amy, pero Henry no le respondió y tomó su mano mientras la jalaba hacia la puerta.
Los ojos de Amy se abrieron desmesuradamente y se horrorizó al ver a Henry abrir la puerta del avión. Sintió su cuerpo volverse frío y pesado. Era como si nada fuera real.
—Te amo, Amy. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida —dijo Henry con voz calmada.
Las lágrimas inundaron sus ojos, estaba aterrada y asustada. Henry la besó y gritó:
—¡Saltamos en tres! ¿Entiendes?
Amy se secó rápidamente las lágrimas y asintió. Henry contó hasta tres y juntos saltaron del avión mientras se sostenían de la mano.
Se lanzaron en caída libre pero no era como el paracaidismo que habían hecho antes. Este salto estaba lleno de miedo, incertidumbre y angustia. Todos los sentimientos negativos que Amy conocía, los sintió en ese momento.