—Aún no... —oyó que ella decía, lo que le hizo fruncir el ceño.
—¿Qué querrá ahora? —Henry se sentía nervioso cuando Amy le impidió quitarle la ropa interior. Y al oír sus palabras, estaba perplejo; inseguro de qué se suponía que debía hacer a continuación.
Para su sorpresa, ella presionó su pecho indicándole sin palabras que se acostara en la cama para ella. No protestó; obedeció dócilmente.
Su corazón latía muy rápido, pensó que podría estallar en cualquier momento con lo que Amy le estaba haciendo.
—Vas a ser la muerte de mí am... —Henry no pudo terminar la frase porque Amy le tapó la boca con su dedo índice.
—Shh... Me estás distrayendo... —Y le sonrió traviesamente. Eso desarmó a Henry; sentía sus rodillas debilitarse.
Por otro lado, Amy estaba realmente alterada por dentro. —No puedo echarme atrás ahora... puedo hacerlo... lo haré —se animaba interiormente.
Después de unos segundos de darse ánimos, se inclinó y plantó un beso en sus tan deliciosos labios.