Ya era tarde en la noche y su habitación todavía estaba llena de ruidos provenientes de sus gemidos y cuerpos golpeándose el uno contra el otro. Amy ha perdido la razón y ya no puede pensar. Nunca había visto a Henry tan dominante.
Su mente se está volviendo mareada con todos los embates que él le está dando y todo lo que puede hacer es gemir con cada envite suyo. Puede sentir que alcanzará su clímax por segunda vez y que llega muy rápido con la rapidez con que Henry está empujando su dureza dentro y fuera de ella.
—H-Henry... Estoy muy cerca... —al oír esto, Henry empujó más profundamente y sintió los músculos de ella comenzar a espasmearse y mantuvo su ritmo.
Los dedos de los pies de Amy se curvan, y su espalda se arquea mientras agarra las sábanas con fuerza como si fuera a morir si las suelta.
Henry disminuyó el ritmo después de que su cuerpo se calmara, pero vaya que ella jadeaba fuerte como si hubiera corrido.