—¿En serio? —murmuró Henry para sí mismo mientras veía a Amy correr hacia el mar y sumergirse en el agua. Se sujetó ambos lados de la cintura y sacudió la cabeza mientras Amy reía y jugaba en el agua.
Ella le estaba instando a unirse a ella, pero él tenía un plan diferente en mente.
—¡El agua se siente genial! Únete a mí —dijo Amy pero Henry no cedió.
—¿Qué tal si nadamos donde el agua es dulce y no salada? —Henry gritó ya que Amy se estaba alejando de él.
—¿Agua dulce? ¿Cómo qué y dónde? —preguntó Amy. A ella ya le gustaba el mar, el agua era clara y no demasiado fría. Además, ella quería tener un tiempo travieso en el agua con Henry ya que solo ellos estaban allí.
—Solo ven aquí para que pueda mostrarte —Henry instó a Amy quien salió perezosamente del agua. Si solo dependiera de ella, preferiría quedarse allí.