—¿Puedo tener este baile? —preguntó él.
De vuelta en la recepción, Mary, que estaba comiendo su postre con desgana, levantó la mirada hacia el hombre que poseía la voz.
Durante la fiesta de cumpleaños sorpresa de Henry, aunque ella y Anton acordaron ser la cita del otro, no pudieron disfrutar de la compañía mutua. Fueron ellos los encargados por Amy de manejar la preparación y todo lo necesario durante la ocasión, incluido entretener a los invitados.
Ahora que Amy y Henry están casados, no puede evitar sentir celos de que ella y Amy tendrán menos tiempo juntas y ella se queda sola sin nadie con quien pasar el tiempo. No me interpretes mal, está feliz por la pareja, pero tener un hombre propio sería una buena adición a su monótona vida.
—Pensé que nunca lo pedirías —Mary sonrió al ver a Anton ofreciendo su mano, la cual ella tomó inmediatamente con gracia.
—Hoy te ves muy encantadora, Mary. Permíteme disculparme por no haberte prestado mucha atención la última vez. Yo es