—Así que he hecho mi parte y tu pedido. Ahora vamos —Henry no esperó a que Amy respondiera ya que agarró su muñeca y la arrastró fuera de la recepción.
Todo lo que Amy puede hacer es sacudir la cabeza, rodar los ojos y seguir a Henry mientras caminan por el sendero por el bosque que conduce a su cabaña. Ella escucha cómo el sonido de la música se desvanece, cuanto más profundo se adentran en la oscuridad que los rodea.
El maestro de ceremonias invitó a todos a la pista de baile antes de que desaparecieran del lugar. Henry tenía prisa por alejarse de allí para poder estar a solas con Amy... su novia... su esposa.
Cierto, ahora son marido y mujer, él sonrió inconscientemente al pensar en ello.
—¿Por qué sonríes tú solo? —Amy notó que Henry estaba perdido en sus pensamientos mientras caminan de la mano.
—Nada... —él entonces se detuvo y se enfrentó a ella—, ...esposa... —sonrió mientras le pellizcaba suavemente la mejilla.