—De todos modos —continuó el doctor en voz alta, ansioso por salir de esa habitación porque siempre sucedía algo cuando venía a examinar a ese paciente que consumía su tiempo. Esta familia parecía olvidarse siempre de su presencia—. Como decía, aunque está lo suficientemente saludable para ir a casa, por favor manejen estrictamente su dieta, aunque tiene solo dos años, es obvio que no se le han introducido muchos alimentos sólidos y come muy poco. Les estamos enviando a casa potenciadores del apetito y deben regresar después de un mes para una evaluación.
—Sí, doctor —respondió Muyang ya que Chi Lian todavía estaba secándose los ojos y los del pequeño monje como resultado del llanto.
El doctor salió de la habitación y Muyang comenzó a empacar. El viejo maestro se asomó y llamó a la niñera de Mei-Mei y a Qi Qing para que ayudaran a empacar todas sus pertenencias personales.
Chi Lian bajó primero al estacionamiento con el pequeño monje y Mei-Mei en sus brazos.