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Antes de que Aiden tuviera la oportunidad de preguntarle a Serena si estaba bien, Sidney ya estaba allí, arrebatándosela prácticamente de sus brazos. La regañaba, protegiéndola como si ella no pudiera sostenerse por sí misma, y la guió lejos. Por un breve y tenso momento, la mirada de Serena se mantuvo en la de Aiden, su expresión ilegible antes de que finalmente desviara la vista. El hecho de que no hubiera mostrado la menor preocupación por su propia seguridad le dolió, pero antes de que Aiden pudiera dejar que la sensación se asentara, Serena sacudió la mano de Sidney con un fuerte movimiento de su muñeca. Para la satisfacción de Aiden, ella dio un paso decidido alejándose de Sidney y se dirigió a la salida por su cuenta.
Aiden frunció el ceño, observándola marcharse, pensamientos acelerados. El francotirador —quienquiera que hubiese disparado el tiro— probablemente aún estaba ahí fuera, aguardando. No era