—¿Por qué no te arrastras de vuelta a de dónde viniste? —La voz de Sophia Amanecer cortó el aire como un cuchillo cuando irrumpió en la cabaña de Serena, su presencia tan descarada como sus palabras.
—Sophia. Entonces, ¿hoy es tu turno de entretenerme? —respondió ella, su tono impregnado de sarcasmo.
—¿Parezco estar aquí para entretenerte? —Sophia respondió bruscamente, los ojos abiertos de indignación—. ¡Estoy aquí para interrogarte! ¿Quién te crees que eres, de todos modos?
—Serena sostuvo su mirada, un suspiro cansado escapó de sus labios. Se tomó un momento para evaluar a Sophia, que era más joven pero se comportaba con un aire de superioridad que irritaba a Serena. Maleducada por su madre sobreprotectora, Sophia había crecido creyendo que era superior a todos los demás. El pesado maquillaje plasmado en su rostro solo amplificaba esa sensación de derecho, dándole un aspecto que Serena solo podía describir como grotesco.