—¿Por qué me miras tanto? ¿Extrañabas mi linda cara? —bromeó Serena, mostrando una sonrisa juguetona y parpadeando las pestañas.
Aiden rodó los ojos, con una sonrisa irónica asomando en las comisuras de su boca. —Has estado ocupada a mis espaldas, parece.
—¿Yo? ¿Ocupada? Bueno, algo así. Abuela me ha tenido agotada con todo el trabajo —respondió ella—. Aunque lo disfruté mucho.
Aiden entrecerró los ojos, acercándose más. —No hablaba de la Abuela. Hablaba de Nathan. ¿Qué le hiciste? Cuando me fui, te odiaba, y ahora parecen mejores amigos.
Serena fingió inocencia, su expresión exageradamente sorprendida. —¿Odiarme? ¡Aiden, me hieres! ¿Cómo puede alguien odiarme? ¡Soy tan adorable! Justo antes de que llegaras, él me estaba comparando con una líder de porristas...