Aiden levantó la vista del montón de papeleo en su escritorio cuando su asistente entró en la sala, cerrando la puerta suavemente tras de sí.
—La he dejado con éxito, señor —informó el Asistente An, parándose firmemente.
Aiden se recostó en su silla, golpeteando un bolígrafo contra la superficie de caoba. —¿Y no armó un escándalo?
—No, señor. Ella fue... sumisa.
Aiden asintió, una sonrisa burlona asomándose en las comisuras de su boca. La mujer tenía suficiente sentido común para saber cuándo retroceder. Bien. Afortunadamente, había podido deshacerse de su esposa… por ahora. ¿Quería vivir bien, no? Él le permitiría hacerlo. Y luego, cuando estuviera aburrida de vivir en la casa vacía, la enviaría de vuelta a casa de sus padres, acelerando el divorcio. Solo necesitaba tiempo para idear una excusa adecuada para su abuela.
Satisfecho, volvió su atención a los archivos en su escritorio antes de pausar, su mirada volviendo de golpe al hombre que estaba frente a él. —¿Qué hay de las cosas que te pedí investigar?
El asistente se movió ligeramente, encendiendo las alarmas en la cabeza de Aiden. —Definitivamente está pasando algo, señor. La pareja ha desaparecido.
—¿Qué?
El asistente aclaró su garganta. —El detective privado que contrató informó que la pareja que afirmaba ser sus padres ha desaparecido sin dejar rastro. No hay actividad en sus cuentas bancarias, ni registros telefónicos, nada. Es como si se hubieran esfumado en el aire. Lo hicieron inmediatamente después de que la Señora despertara en el hospital...
La mente de Aiden corría. ¡La pareja desapareció para no tener que devolverle su dinero! Recordó la afirmación de Serena de que esas personas no eran sus padres.
—Sigue buscando. Rastrea cada posible pista y no dejes piedra sin remover.
El asistente asintió. —Sí, señor. Pero, ¿dónde deberíamos investigar a continuación? Dado que la Señora estaba en su lecho de muerte y el tema era sensible, no hicimos mucha investigación. Ahora, no sabemos nada de la pareja. Solo que llegaron aquí hace aproximadamente un año...
Aiden se frotó la frente. —Revisa los registros del hospital. Cuándo fue admitida, el informe del accidente de tráfico, etc.
—Entendido —dijo el asistente, dando media vuelta para irse.
—Espera —Aiden lo llamó después de él—. ¿Y Sidney Price? ¿Dónde está actualmente?
El asistente pareció confundido por un momento antes de responder. —El señor Price sigue en el país S y no ha regresado.
Aiden asintió, una pequeña sonrisa asomándose en sus labios. —Bien. Mantenme actualizado sobre sus movimientos también.
Una vez que el asistente se fue, Aiden cerró los ojos y se recostó en su silla. Su mente volvió a la primera vez que había vislumbrado a su ahora esposa. Para investigar el pasado de Serena y sus afirmaciones de que la pareja codiciosa no era sus padres, Aiden tenía una manera, Sidney Price era la clave. Por supuesto, él no haría eso. Después de todo, Sidney Price era su enemigo más apreciado. El hombre al que odiaba con pasión... Mientras que Serena Amanecer, su esposa recién despertada, era la mujer que Sidney Price amaba.
Mientras había estado buscando una esposa, Aiden no había escogido a Serena al azar. A pesar de los ligeros cambios en su apariencia después del accidente, aún la reconoció al instante. La primera vez que la vio fue en una fotografía. Estaba llena de juventud e inocencia, soplando un beso a la cámara. La foto estaba en la billetera de Sidney. Aiden se topó con ella durante una tensa negociación de negocios que casi se volvió violenta. El muy canalla dejó caer su billetera y todos se sorprendieron de que Sidney realmente llevara una foto de una mujer consigo.
La vista había sido tan fuera de lugar en el mundo frío y despiadado de Sidney Price que Aiden fue golpeado con una inesperada punzada de curiosidad. ¿Quién era esta mujer que logró capturar el corazón de Sidney?
En ese breve momento, cuando Sidney recogió apresuradamente la foto, Aiden vio un destello de vulnerabilidad en los ojos de su enemigo. Una grieta en la armadura que Sidney siempre vestía.
Entonces, los ojos de Aiden se abrieron, una pequeña sonrisa jugando en sus labios. ¡Le gustaría ver la expresión del hombre cuando regresara al país y se diera cuenta de que la mujer que amaba estaba casada con él!
Pero Aiden quería más que una simple victoria. Quería saborearla, hacer que durara. Se preguntó si podría hacer que Serena se enamorara de él antes de que recuperara la memoria.
Imagina la expresión en la cara de Sidney cuando encontrara a Serena con el anillo de Aiden en su dedo. Sería el regalo de bienvenida perfecto.
La expresión en la cara de Sidney Price sería inolvidable.