—Rena —comenzó él, su voz temblaba ligeramente como si estuviera agobiado por la enormidad de sus palabras—. Me has gustado desde el principio. Sé que no soy digno de ti, y tal vez nunca lo sea. Aun así, necesitaba confesar mis sentimientos hacia ti, para no tener arrepentimientos. Quiero que sepas que hay alguien ahí fuera que siempre te amará y te apreciará, sin importar qué.
—¡Tú! ¿Qué estás diciendo? —Su voz salió más urgente de lo que pretendía, llevando un tono de angustia—. ¿Cómo puedes simplemente confesar tus sentimientos así y luego intentar irte?
Ella se sentó allí en medio de un restaurante tranquilo donde él la había invitado a una cita. ¿Por qué haría algo así y luego intentaría escapar?