—Es tu derecho —admitió Da'kea, sin estar seguro en absoluto de cómo las cosas acabaron de esa manera—. Pero también está dentro del derecho de la mujer negarte.
—Con todo el respeto, Anciano. Esa decisión debe ser determinada por la mujer y no por usted —llegó otra voz desde la multitud. Da'kea estiró su cuello de lado a lado, rogando al Señor Oscuro por paciencia. Estos jóvenes estaban rápidamente sacándolo de quicio.
—Contactaré a la mujer y veré si está dispuesta a considerar tu solicitud —dijo Da'kea después de un momento—. No hablaré por ti, pero tampoco hablaré en tu contra. Eso es lo mejor que puedo ofrecer.
—Bien. Pero esperamos ser presentados en las próximas horas —espetó el primer varón.