—Bueno, ya me voy —Gerald se apresuró a salir, sin querer presenciar el caos que iba a suceder. Si había algo seguro, era que Killorn nunca golpearía a una mujer— sabía mejor que convertirse como el difunto Alfa.
—L-lo s-siento. Solo tenía c-curiosidad —Ofelia reveló temblorosa mientras intentaba retroceder también temblorosa, pero entonces su espalda chocó con la barandilla.
Killorn la siguió en cada paso, su agarre firme en su nuca.
—N-no lo haré otra vez —le dijo Ofelia—. P-pensé que s-sería sobre tu p-partida, así que s-solo quería escuchar.
Killorn entrecerró los ojos. —¿Escuchaste todo?
Los labios de Ofelia temblaron. Odiaba lo fácil que lloraba, solo ocurría cuando sus emociones estaban a flor de piel. Era horrible con las confrontaciones, gracias a su infancia. Nunca tuvo la intención de derramar lágrimas, pero siempre ocurría cuando estaba extremadamente enojada, asustada o herida.
—¿Y bien? —Killorn presionó con un tono de advertencia y tensión.