Sin embargo, Xiao Hei no necesitó romper el contrato ya que la velocidad relámpago de Luo Huian fue detenida por la persona que entró en el ático.
—Vaya, vaya, ¿a dónde corre el gatito? —dijo la persona con una voz chillona.
Luo Huian levantó la cabeza y miró a la mujer que la había atrapado. Era una mujer hermosa con cabello negro que le caía más allá de los hombros, con ojos rojos cobrizos llenos de una alegría escalofriante.
En general, se parecía a esas brujas bonitas pero de personalidad horrible que sonríen a alguien y le ofrecen manzanas envenenadas.
—¿Quién... es esta? —Luo Huian preguntó a Xiao Bai que colgaba de su mano.
—¿Todavía quieres nuestra ayuda? ¡Ja! Debes estar bromeando —Xiao Hei comenzó su regaño pero fue interrumpido por Xiao Bai.
—Huian, ¿qué dices cuando haces algo mal? —dijo Xiao Bai a Luo Huian quien se tensó mientras apretaba los labios y decía, —¿Lo siento?
