Fan Meilin miró a su papá y suspiró. Luego tomó el tenedor de plástico y con una expresión de ir al patíbulo, pinchó un bocado del pastel y lo llevó a su boca.
Observó a su papá que lo miraba con ansias. Fan Meilin intuyó que no había forma de escapar de este lío y cerró los ojos antes de dar un mordisco al pastel con aroma cítrico y dorado.
—¡¿Qué es esto?! —un rugido provenía de la sala donde estaba ingresado Luo Huian.
El rugido fue tan fuerte que algunos enfermeros y y doctores hombres que estaban charlando afuera y esperando a que Luo Qingling saliera de la sala para poder hablar con ella, saltaron cinco pies en el aire.
Todos se giraron a mirar la sala y luego se alejaron rápidamente. Parecía que algo terrible había sucedido dentro.
Doctora Si, que devoraba el pastel sin parar, no tenía idea de lo que había sucedido afuera debido a su rugido. En cambio, se centraba en el trozo de pastel que tenía en la mano.
Sus ojos brillaban con pequeñas estrellas mientras exclamaba: