—He vuelto —Luo Qingling regresaba a casa con una sonrisa en su rostro. Estaba emocionada por ver a su hermana, que debía estar esperándola como una buena pequeña. Sin embargo, tan pronto como abrió la puerta, fue recibida por la cara fantasmal de Luo Huian, carente de una gota de sangre.
Su pobre hermana estaba colgando boca abajo en medio de la sala de estar y sus ojos temblaban. Literalmente temblaban mientras le urgían en silencio a Luo Qingling que se apurara.
Luo Qingling sintió que se le erizaban los cabellos del cuero cabelludo mientras se apresuraba adentro del ático y cortaba el capullo de telaraña que envolvía a Luo Huian.
—¿Qué crees que estás haciendo, Shiliu? ¡Te pedí que cuidaras de mi hermana! ¡No que la intimidaras! —Luo Qingling princesa llevaba a su hermana en brazos y la abrazaba fuertemente. Con sus brazos firmemente envueltos alrededor del cuerpo de Luo Huian, regañaba a Bai Shiliu.
