—La razón por la que trajo el frasco de sangre fue para salvar a Luo Huian. Si esa mujer hubiera muerto entonces —Zou Zhi sacudió la cabeza mientras se giraba para mirar a Shi Meifeng.
Mientras que la Posesión de Luo Qingling estaba en el lado protector, Shi Meifeng, por otro lado, era destructiva.
Zou Zhi todavía recuerda lo que Shi Meifeng le había dicho cuando se enteró del accidente de Luo Huian a través de los medios de comunicación—
—Haz saber a los doctores que si no logran salvarla... mataré a ellos y a sus familias.
Esas palabras crueles todavía resonaban en sus oídos como murmullos inquietantes.
—Si te preocupas tanto por el Maestro Mingyu entonces estoy segura de que los dos estarán mucho más cerca en el futuro de lo que estás ahora —dijo Zou Zhi, haciendo que la mujer levantara la cabeza y la mirara con el ceño fruncido. Inclinó la cabeza hacia un lado y luego preguntó —¿Quién es este Maestro Mingyu?
—¡LÍDER DEL GREMIO!!!
¡Esta mujer había olvidado a su prometido!
