—¿Quién eres tú? ¿Por qué me sostienes así? —Luo Huian intentó zafarse de la mujer que la sostenía como si fuera un gato por la nuca.
Lo sabía porque solía hacer esto con los gatos en el mundo inmortal y sí, su mundo también tenía gatos.
Dong Geming miró a Luo Huian, quien luchaba contra ella con todas sus fuerzas y le sonrió:
—No hay necesidad de que te resistas con uñas y dientes. Soy colega de tu hermana.
Anteriormente, cuando Luo Qingling le dijo que Luo Huian había olvidado sus recuerdos, no lo creyó, pero —dijo Dong Geming.
—Ahora que la miro, en efecto parece que no actúa —pensó Dong Geming.
Después de despertar, su cuerpo se hizo más grande y musculoso como un pequeño gigante. Con una nariz botón, cejas pequeñas pero gruesas y un rostro que parecía el de un hombre, Dong Geming ya era un poco aterradora para empezar.
