—Oh, estoy muerta... estoy tan muerta —Luo Huian se mordió el labio inferior—. Si hubiera sabido que el hombre que estaba en el edificio más alto de su ciudad era el hijo de los cielos, nunca lo habría dejado saltar del edificio.
—No sabía que era el hijo de los cielos —intentó disculparse Luo Huian—. Ahora comprendía que estaba en problemas y se disculpó—, estoy dispuesta a admitir que es mi culpa. Cultivaré para traer la paz divina al alma de ese hombre. —Aunque era casi imposible, a Luo Huian no le importaba ya que mentía para escapar del castigo—. Una vez que saliera de este lugar ilesa, todo estaría bien.
Pero los ancianos ya no estaban dispuestos a escuchar —. Anciana Luo movió la cabeza y dijo con calma:
— No importa lo que digas o hagas ahora, Huian. Tu responsabilidad como inmortal en el Nivel Púrpura Sagrado era traer paz a ese niño e impedir que saltara a su muerte.
—Has fallado en tu deber y por lo tanto cometido un pecado por el cual tendrás que enfrentar el Castigo Celestial. —Los ojos de Luo Huian se abrieron de par en par cuando escuchó la decisión de Anciana Luo—. No podía creer que su abuela estuviera realmente dispuesta a dejarla enfrentar el Castigo Celestial.
El Castigo Celestial, uno de los castigos más aterradores en el mundo de los inmortales. El que recibía este castigo divino a veces nunca regresaba porque era casi imposible avanzar más allá de este castigo divino impuesto por los cielos.
A veces los inmortales se desvanecían mientras intentaban escapar de este castigo divino ya que era imposible enfrentarlo hasta el final. Sin embargo, su abuela quería que Luo Huian enfrentara el Castigo Divino Celestial.
¿Por qué!? —Como Luo Huian aún era joven, no sabía cómo controlar sus expresiones—. Anciana Luo notó de inmediato lo que estaba pensando y movió la cabeza en señal de decepción —. Sabía que su nieta era voluntariosa y de mal genio, pero nunca pensó que Luo Huian trataría la vida humana tan a la ligera.
Aunque se enfrentaba al Castigo Divino Celestial, Luo Huian no parecía darse cuenta de su error. No tenía idea del dolor y el sufrimiento que había causado a los seres queridos del hombre al que no salvó, todo debido a sus juicios personales.
La madre de ese niño perdió a su esposo en un extraño accidente y solo tenía un hijo en quien confiaba. Con la muerte de ese niño, ahora estaba completamente sola en este mundo y la víctima por la cual Luo Huian vio caer al niño, ahora iba a vivir una vida llena de culpa —. Aunque lo que ese niño hizo fue ciertamente cruel, no merecía la muerte ya que su víctima aún estaba viva.
Y al ver morir a ese niño, Luo Huian había arruinado las vidas de muchas personas que estaban directa o indirectamente relacionadas con ese niño.
—Vete, Huian —dijo Anciana Luo a su nieta—, ve al mundo donde entenderás lo que hiciste mal y por qué enfrentas este castigo divino —. —Sabía que incluso si intentaba explicárselo a Luo Huian, era demasiado malcriada para entender dónde yacía su culpa.
—Madre —Jia Bo ya no pudo soportarlo más e interrumpió—. Por favor, perdona a Huian. La educaré mejor, aún es una niña... por favor dale otra oportunidad... ¡te lo suplico!
—Al hablar, Jia Bo se arrodilló frente a Anciana Luo. Estaba a punto de inclinarse profundamente en señal de respeto, pero Anciana Luo lo detuvo—Xiao Bo. Lo que tu hija ha hecho no es un pequeño error. Es un pecado —negó con la cabeza Anciana Luo. Miró a Luo Huian cuya cabeza estaba ahora bajada haciendo imposible ver qué expresión tenía su nieta —Tu hija es más fuerte que todos los discípulos de esta secta, lo admitiré, pero le falta emociones y empatía. Para ella, el valor de una vida humana es semejante al de un pollo o un pato, que las personas comen. Pero para aquellos que quedan atrás, ¿alguna vez has pensado en ellos?
—Tu hija solo enfrenta un Castigo Celestial y tu corazón sufre por ella. Entonces, ¿qué hay de la madre que perdió a su único hijo? —Anciana Luo cuestionó a su yerno cuya expresión se volvió pálida y avergonzada —Todavía puedes ver a tu hija y hablar con ella, pero ¿podrá hacer lo mismo esa pobre anciana? No. Nunca volverá a ver a su hijo.
—Jia Bo se mordió el labio, ahora incluso si quería hablar en nombre de su hija no podía porque sabía que su suegra tenía razón —Ven aquí, Xiao Bo —Luo Tingfeng ayudó a su esposo pero no ayudó a su hija cuyos dedos estaban fuertemente apretados. Una acción que Luo Tingfeng no percibió.
—Anciana Luo entonces se volvió a mirar a Luo Huian y preguntó —¿Aceptas el castigo divino, Huian?
—Hubo una pausa antes de que Luo Huian respondiera —Acepto. Como si tuviera otra opción, esa vieja bruja no la iba a dejar vivir este día si no lo aceptaba.
—Ni siquiera entonces levantó la cabeza, lo que hizo que Jia Bo se cubriera la boca y sollozara en silencio —Entonces, ¿hay algo que quieras decir antes de partir? —preguntó otro anciano mientras el aire a su alrededor se enfriaba y comenzaba a circular alrededor de Luo Huian.
—Mis recuerdos—
—No te preocupes por ellos —Anciana Luo le dijo a Luo Huian, parecía haberse dado cuenta de lo que su nieta estaba diciendo y la interrumpió. Sonrió amablemente a Luo Huian y declaró —Mantendré tus recuerdos intactos, ¿quién sabe cuánto tiempo tardará en cumplirse tu condena, Huian? Sé que quieres recordar a tus padres y tu familia para la paz del corazón.
—Los labios de Luo Huian se curvaron en una sonrisa desdeñosa. Levantó la cabeza y miró a Anciana Luo que percibió que algo andaba mal y un segundo más tarde escuchó a Luo Huian decir —No, mi querida abuela. Quería pedirte que destruyas cada pedazo de recuerdo que tengo de este lugar.
—Sus palabras hicieron que Jia Bo aspirara aire y gritara —¿Qué estás diciendo, Huian?
—Incluso Luo Tingfeng frunció el ceño y reprendió a su hija —Eso es suficiente, Huian.
—Sin embargo, Luo Huian no los miró como si quisiera dar tanto dolor como fuera posible a sus padres que permanecieron en silencio cuando ella estaba sufriendo —La familia que me abandonó pero estaba dispuesta a apoyar a alguien que trajo destrucción infinita —Luo Huian sacó a relucir el incidente de hace años haciendo que la expresión de todos cambiara —Rechazo aceptar a una familia así. Ustedes también, ahora trátenme como si estuviera muerta.