—¿Estás tratando de burlarte de mí? —replicó Luo Huian a la mujer. ¿Bai Shiliu sabía siquiera quién era ella? ¡Más le valdría rezar para no encontrársela en el inframundo o si no!
—¿Cómo se atreve a tratarla así— a la princesa del Reino Inmortal de la Paz?
—Por supuesto que no —Bai Shiliu sonrió a Luo Huian—, sin embargo, hasta un niño de dos años podría ver que esta mujer solo estaba consolando a Luo Huian. —Es solo que eres un poco divertida, Huian. A pesar de ser una cazadora de clase F no te aterrorizas ante mí. No me sorprende que tu hermana te adore.
¿Adorarla? ¿Estaba ciega esta mujer? ¿Por qué iba Luo Qingling a adorar a la mujer que era su competidora?
Por no mencionar que las dos eran medias hermanas, ni siquiera sus padres se llevaban bien. Entonces, ¿por qué Luo Qingling la adoraría?
«¿Esta mujer me está diciendo que Luo Qingling adora mis poderes?», pensó Luo Huian y cuanto más lo pensaba, más sentido tenía para ella.