—¿Qué haces aquí? —Papá Fan estaba a punto de abrir la puerta cuando la puerta del cuarto se abrió sola.
Cuando Fan Meilin vio quién era, su expresión se volvió hostil mientras pequeñas llamas se encendían en sus ojos. Si no fuera porque no podía echar a esta mujer de su cuarto, lo habría hecho.
Ji Yao miró a Papá Fan antes de ignorarlo y colocar el ramo de rosas rojas en el gabinete junto a la cama de Fan Meilin.
—La Señora Liao Hong envió este ramo al Señor Fan —dijo Ji Yao a Fan Meilin, quien se negaba a siquiera mirarla, ya que era la asistente de esa mujer.
—No necesitamos nada de ella —dijo Papá Fan mientras caminaba hacia el gabinete y recogía el ramo de rosas. Se los arrojó a los pies de Ji Yao y le dijo—. Dile a tu señora Liao que mi hijo está casado y ya no tiene nada que ver con ella. Será mejor que deje de enredarse con él.