Día Ocho...
—Es una cita, ¡no sexo! —enfatizó Abigail una vez más.
Nathan se quedó sin palabras. No esperaba que Abigail también tuviera una imaginación salvaje. Se quedó sin habla. Tenía ganas de darle un golpecito en la frente para hacerla entrar en razón.
Nathan respiró hondo antes de responderle. —Solo estamos aquí para hablar.
—¿Hablar de qué? —Abigail no se lo creyó, mirando a Nathan con sospecha.
—Sobre las reglas que tienes que seguir —dijo Nathan con naturalidad.
—¿Reglas? —Ella exclamó incrédula. ¿Era realmente una cita o solo la compañía de una mujer a un baile?
Nathan simplemente asintió con la cabeza mientras abría la puerta de par en par, invitando a Abigail a entrar. Al principio reacia, pero Abigail siguió a Nathan eventualmente. Él cerró la puerta rápidamente detrás de ellos y comenzó a enumerar sus reglas.
—Primera regla: no armes un escándalo y no atraigas demasiada atención de los demás.