Día veintisiete…
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Spade cerró sus ojos tras la venda. Apretó su puño y murmuró:
—Solo mátenme. No sé.
—No puedo traicionar al Señor Dragón. Le debo mucho. Juré dedicarle mi vida, sirviéndole. —Spade estaba decidido a mantener su boca cerrada, sin revelar información sobre el paradero de Phantomflake.
Chantha suspiró profundamente, silbando y chasqueando la lengua. —Tsk, Tsk, Tsk... Qué pena. ¿Tengo que romperte los huesos, golpear tu hermoso rostro y cortar tus dedos uno por uno solo para hacerte confesar? —Chantha se había vuelto seria ahora. Su juguetonía había desaparecido.
—Te he dado una oportunidad. Un camino fácil para salvar tu trasero. Pero elegiste el camino difícil. ¿Necesito quitarte las uñas una por una? —Chantha levantó su barbilla y pellizcó su mandíbula usando una mano.
Spade se sintió asustado solo de imaginar sus palabras, pero mantuvo su fachada valiente como si estuviera dispuesto a morir en cualquier momento.
—Solo aguanta... por el Señor Dragón.