Día Veinticuatro…
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Abigail trazó sus pasos hacia Nathan, cerrando la distancia entre ellos. Al llegar a su lugar, se arrodilló y tocó su hombro, tratando de despertarlo.
—¡Nate, despierta! Despierta.
Abigail podía oler el whisky. Nathan había tomado unas copas... o más bien, estaba totalmente borracho.
Nathan abrió lentamente los ojos, pero solo la miró con una expresión vacía.
—¿Puedes levantarte? —preguntó Abigail, frunciendo los labios. Odiaba verlo así. Parecía un desastre.
Nathan no respondió y simplemente la empujó lejos. —¿Quién eres? Déjame en paz... Argh~ —gruñó Nathan cuando su puño sangrante golpeó la fría pared.
—Tsk Tsk. Qué hombre tan terco —chasqueó la lengua Abigail antes de poner su mano alrededor de su cuello y levantarlo.
—Vamos a tu habitación. Te trataré allí —dijo Abigail. No había manera de que tratara su herida en este ambiente tan caótico.