Día veintitrés…
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Pequeño Ethan solo podía sonreír observando la encantadora interacción entre su papá y la señorita Abi. Aunque parecían que estaban peleando y discutiendo, nadie podía negar que los dos tenían química.
Abigail simplemente permaneció en su silla mientras observaba a Nathan desplazarse por la cocina. Ella no esperaba que la estrategia de Ethan funcionara.
Antes, ella era quien cocinaba la comida para Nathan. Pero ahora, era Nathan quien le servía como si ella fuera la dueña de esta casa.
«Todo es posible cuando se trata de Ethan. Él es como un amuleto de la suerte», Abigail pensaba para sí misma mientras echaba un vistazo a Ethan. El joven había estado apoyándola y estaba de su lado.
«Suspiro. Me siento cada vez más culpable por haber matado a su mamá...» Abigail dejó caer los hombros mientras suspiraba profundamente.
Abigail se estaba encariñando más con el Pequeño Ethan. Su afecto por él fue el factor que activó su conciencia.