—Deberías desprenderse de las cosas podridas —Wu Jin regresó a la habitación de Wu Genji, las palabras de la anciana aún resonaban en su cabeza, por supuesto, sabía que la anciana hablaba del durazno que estaba atorado en las varillas metálicas pero… mientras se detenía frente a la puerta de la habitación que estaba abierta, sentía su corazón retorcerse y girar al mirar a Wu Genji, quien yacía en la cama del hospital. Se veía pálida y enfermiza como siempre, pero él podía notar las diferencias en su físico de inmediato, a diferencia de sus padres cuyos ojos estaban cubiertos con las gafas de color rosa del amor de padres, él estaba mucho más claro en su cabeza.
—Podía ver que el cuerpo de Wu Genji ya no era tan frágil como antes, podía ver que su figura delgada había ganado algo de carne y se veía más saludable que antes, sus dedos se cerraron en un puño mientras miraba a sus padres que sonreían de oreja a oreja tras escuchar el informe del médico.
