Song Yan se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, Li Rou la vio alejarse —¡y no podía creer lo que veían sus ojos! ¡Había pagado un total de siete millones de yuanes para lidiar con esos tres fantasmas femeninos, pero Song Yan se iba así como así!
—¡Song Yan! ¿Qué estás haciendo? —preguntó Li Rou mirando a Song Yan con incredulidad—. ¿Adónde crees que vas? ¡Te pagué siete millones de yuanes para que te ocuparas de estas tres bestias inhumanas!
Son Yan levantó una ceja y sonrió fríamente a Li Rou. —¿A qué te refieres? Puedes matar a tres mujeres inocentes y arrojarlas medio vivas en un cementerio, entonces, ¿por qué no puedo dejarte a merced de estas tres mujeres a las que mataste?