—Me alegra que siempre seas tan directa, Rong'er —dijo Song Yan mientras echaba su brazo detrás de la silla y miraba a Fu Rong con una sonrisa astuta—. La razón por la que te llamé es bastante simple, quiero que me ayudes con algo.
—Ayuda… ¿Ayudarte con al…algo segundo hermana? —Fu Rong sintió que todos sus sueños se hacían realidad, siempre había querido ser de alguna utilidad para su segunda cuñada desde que la salvó de los matones que contrató Song Lan, ahora que finalmente había llegado su momento de brillar, Fu Rong quería aprovechar al máximo esta oportunidad—. ¿Con qué puedo... ayudarte segundo hermana? Estoy incluso dispuesta a dar mi vida por ti. —Con una voz tímida y una expresión dubitativa, Fu Rong miró a Song Yan, quien casi se sintió como un matón atrayendo a una niña inocente.
Pinzando el puente de su nariz, Song Yan miró a Fu Rong y dijo: