—Puedes tocar, lamer o incluso chuparlo. Si es la Hermana Yumo, no me importará~
Inesperadamente, Mengxi adoptó una actitud juguetona y coqueta. Su voz, normalmente tan melódica y alegre como el canto de un oropéndola, ahora poseía un encanto cautivador. Su cabellera plateada brillaba, y su sonrisa llevaba un toque de picardía.
Este comportamiento inesperado de Mengxi tomó por sorpresa a Yumo, dejándola momentáneamente atónita.
«¿Qué le pasa a esta chica, por qué se comporta tan extrañamente?» pensó Yumo.
Yumo lo pensó para sus adentros. Al sentir la suavidad tocando la palma de su mano, contuvo la respiración.
«¿Qué debo hacer ahora?»
Yumo estaba profundamente dividida.
Su instinto inicial fue apartar la mano. Sin embargo, al ver la mirada invitadora de Mengxi, llena de una provocación sutil, la determinación de Yumo vaciló.
«Esta chica, ¿piensa que no me atrevería?»