Hace cinco años, en el jardín de la mansión del Marqués,
—¡Abuela!
—¡Abuelita~!
Al ver a las dos encantadoras pequeñas con coronas de flores frente a ella, Aurora sintió que su corazón se derretía.
La Marquesa no pudo evitar suavizar su mirada severa y revelar una expresión gentil y amorosa. Se agachó lentamente y acarició tiernamente las cabecitas de las dos niñas.
—Xia'er, Yuan'er, la próxima vez no deben saltarse las clases, ¿de acuerdo~?
—¡Lo sabemos, abuela!
—Yo, yo entiendo…
Las dos delicadas niñas respondieron en tonos completamente diferentes.
Sin embargo, sus voces eran indudablemente adorables, lo que hacía florecer la felicidad en el corazón de Aurora. No pudo evitar abrazar a sus dos adorables nietas.
No muy lejos, el esposo de Aurora, el Marqués Xiumu, junto con su hijo y nuera, se sentaron silenciosamente sobre el césped, observando esta escena armoniosa y feliz.
Este era el momento más feliz de Aurora.
Sin embargo,